viernes, 15 de junio de 2007
Vote por Aguirre (Cuento) - Fines de 2004
Por Cristian Ponce.
Aguirre se elevó flotando entre las nubes hacia las estrellas...
Luego de que cayó la bomba y mató a Dios hubo en el Universo un gran conflicto de poderes. Al principio se creó una “Junta Celeste”, formada por los ángeles mas hermosos del paraíso. Por desgracia eran solo eso, hermosos, y el Universo se les fue a pique ni bien iniciada su gestión. Entonces se buscó a los Dioses Antiguos, para que alguno reclamase el trono que ahora estaba vacío. Pero los que aún no se habían extinto con el fuego de sus propias religiones, estaban escondidos en las gritas mas profundas de la tierra.
Un poco mas de prisa, antes de que aquel otro se presentara (con cola y todo), alguien creyó que sería buena idea darle el control a los humanos, autodenominados “La Obra Póstuma de Dios”. Sino los mas sabios y justos, los humanos fueron rápidos y aceptaron el reto sin dudarlo. Así fue como se llevó a cabo la 1º Elección Internacional de Dios. Hubo cuatro candidatos: El estadounidense Taylor, el Checo Korcovcha, y los argentinos Linares y Aguirre.
La campaña se llevaría a cabo durante los dos meses previos al comicio. Para la misma, la gente del Vaticano le entregó a cada candidato uno de los pedazos de Dios que aún tenía algo de poder y que guardaban en el mismo cuartito que al Sudario de Turín y dos de los tres clavos de la cruz (el tercero se lo vendieron a la Disney para su nueva atracción en Florida: “Mel Gibson’s The Pasión Of The Christ: The Ride”). A Aguirre le tocó un pedacito de nariz que tenía el don de dar vida y conocer el resultado de los campeonatos europeos de fútbol.
Claro que cada candidato abundaba en promesas electorales y tenía un plan de gobierno mas o menos armado, pero como siempre pasa, todos tenían su caballito de batalla. Taylor pregonaba sobre la igualdad de los hombres, y prometía que no habría distinción de razas si él era elegido Dios... serían todos blancos. En las encuestas iba bien pero tenía una gran contra: los que ya eran blancos. Durante los dos meses de la campaña Taylor no paró de recorrer el mundo transformando chinos, negros y saudíes en blancos. Sus detractores insistieron, aun mucho tiempo después, en que se trataba siempre del mismo pobre desgraciado que acompañaba a Taylor (posiblemente fuera un cuñado) y que ya ni recordaba de que coloro había sido su piel al nacer. El Checo Korcovcha no pretendió engañar a nadie (mas allá de la gente del Vaticano). Una vez que tuvo sus poderes se ocupó de manipular la ascendencia de su familia con el propósito de volverse heredero de amplias regiones petroleras en todo el mundo. También quitó la noche durante algunas semanas y tiñó definitivamente el cielo de color esmeralda. Linares, que había nacido en Santa Fe y tenía por nombre Marcel, anunciaba que, de ser Dios él, quitaría cuatro de los siete pecados capitales, entre ellos la Lujuria y la Pereza. También creó el Cochorbo Peruano, una especie de pera que al exprimirla daba cerveza Premium. Finalmente, Aguirre creó al Güíchibo, una mezcla entre conejo y pato muy bonita, cuyo graznido era el sonido mas dulce del planeta. Su excremente, vale agregar, era el combustible mas poderos del Universo (Korcovcha odiaba a los Güíchibos). Aguirre también prometió que ya nadie iba a morir nunca.
Veinticuatro horas antes de los comicios comenzó la veda, y los cuatro candidatos se quedaron sin poderes y volvieron a ser solo gente. Korcovcha aprovechó para bajarse y disfrutar de sus millones, y no sorprendió a nadie porque lo suyo ya era muy evidente: ahora se llamaba Amir Ben Abraham y era dueño de medio Oriente Medio. Taylor fue asesinado por una horda de skinheads preocupados por no tener a quien odiar. Y al final solo quedaron los dos argentinos, Linares y Aguirre.
Las elecciones se llevaron a cabo en domingo. Había urnas en cada iglesia, sinagoga y cine/boliche devenido en templo del mundo. Solo un 20% del electorado fue a votar, y de estos solo un 3% eran humanos. Argentinos, directamente, no hubieron. Ya les parecía suficiente tener copada la elección. Ganase quien ganase, ganaba Argentina. ¿Quién quería ser primer mundo se podía ser Paraíso?. El uno a uno definitivo: un argentino / un alma que va al cielo. Además, ese día jugaba Boca la final del nuevo “Pepsi Apocalyptic Cup”. El otro equipo era de Brasil.
Por el contrario, los mas interesado en ir a las urnas fueron los profeteas/punteros. Habían recorrido los 30 países con televisión mejor vista del mundo, anunciando presagios sobre lo bien o mal que le iría al mundo con tal o cual candidato.
A las 18 en punto se vio como una estela de humo celeste surgía de la Plaza de San Pedro en el Vaticano... el último asado católico de la era cristiana. Cinco minutos después se anunció por CNN que Aguirre había ganado por un 70%. El Güíchibo no podía ser más popular. Linares se retiró callado y fundó una religión sobre sí mismo solo para sentirse mejor. Tuvo cientos de seguidores libertinos detrás suyo, pero no fue Dios.
Guerras civiles en toda Europa, genocidio en Asia, volcanes hambrientos en Centroamérica. La Luna se estaba rajando por la mitad. El Universo clamaba por Linares. Asumió de inmediato.
Habíamos hablado de los motivos secretos del Checo Korcovcha para ser Dios. Podemos decir que Taylor odiaba ser 1/70 descendiente de japoneses y aún tener rasgados los ojos (durante todo el High School lo habían llamado el “fucking Chinesse Taylor”). Lo de Linares era mas sencillo, simplemente era perezoso y lujurioso y quería sentirse bien con ello. Pero casi nadie supo nunca el motivo oculto de Aguirre para ser Dios, quizás solo ella.
Era la Señorita A, el amor de toda su vida como mortal y la que llevaría como inmortal (o hasta ahí). La razón por la que quiso transformarse en la fuerza mas poderosa de todas, la inteligencia superior por sobre todas las otras, era una mujer.
La Señorita A amaba los atardeceres, así que Aguirre le regaló tres meses de puro ocaso. Pero el sol por la mitad aquel acabó por aburrirla y comenzó a preferir las mañanas.
La Señorita A amaba el clima cálido porque se veía mejor (ella) que cuando hacía fría. Así que Aguirre eliminó el otoño y el invierno. Apenas caían las primeras hojas, otras mas jóvenes aparecían detrás casi empujándolas. Los pájaros, que también habían votado, hicieron presente su queja por tener que volverse a mitad de viaje cada vez que creían que cambiaba la estación. Pero la Señorita A se vio siempre hermosa, y su belleza acabó por volverse algo bastante corriente, y ya no oyó sus queridos “que linda que estás hoy”.
Finalmente, la Señorita A amaba las margaritas. Aguirre, que sabía por de música “Blue Grass” pero menos de flores, llenó el planeta de hermosos claveles. Ella ni siquiera se dio cuenta.
Por todos estos medios trató el Dios debutante de conquistarla. Pero Aguirre no tuvo en cuenta algo muy importante. Y es que no era que ella no lo amase, sino que era atea.
Con el corazón roto, Aguirre manifestó su pena en forma de tormentas y plagas en todo Europa durante tres semanas. Se retiró a su despacho y ahí se quedó durante algunos años.
Tanta atención había dedicado Aguirre a su “única”, que dejó sin cuidado algunas cuestiones un poco mas importantes. Es increíble la cantidad de gente que se muere por día, y ni hablar de los que nacen. Así que pronto se volvió un problema para Aguirre conseguir recursos de vida para evitar la muerte, como había prometido durante la campaña. Es bastante sencillo en realidad, hay en el Universo cierta cantidad de vida, para dársela (o mejor dicho, para no quitársela) a unos había que tomarla de otros. Aguirre comenzó tomando la energía de los animales en extinción (Total nadie iba a extrañar mas a un koala que a una esposa muerta). Luego siguió con el resto, y hasta le sacó vida a las piedras. Al final, tras quemarse el último árbol, solo quedaba gente (muchísima gente) y Güíchibos.
La humanidad comenzó a impacientarse, querían soluciones a sus problemas de dinero, salud y amor ¡y querían árboles, por Dios Santo! Que para algo lo habían votado. Aguirre no quiso oír, y acalló los reclamos con una tormenta de arena para todo occidente. Casi en silencio comenzaron los rumores de una nueva bomba. “Ya matamos a uno” se transformó en el Best-Seller del año. Se supone que era solo una novela de ciencia ficción.
El 7 de octubre del año 8 Aguirre amaneció de muy buen humor. Era su cumpleaños. Pensó que podría por fin olvidar a la Señorita A y no volver a pensar en ella. Carambas, que era Dios y tenía un Universo del que hacerse cargo. Iba a empezar por crear algunos animales nuevos (de los que no mordieran), después solucionaría el problema de la gente que quería morirse y no podía (había suicidas frustrados chorreando sangre de sus muñecas desde hacía años. Y nadie los invitaba a los cumpleaños), y le podría un poco de onda a los Güíchibos, que últimamente andaban medio caídos y desplumados.
Aguirre salió al patio de su chalet en el Paraíso y miró por encima de la ligustrina de nubes. La bomba “Alfa y Omega II” se acercaba a upa de un proyectil a un millón de kilómetros por hora.
Otro solo se encendió sobre el Dios vencido, y Aguirre comenzó a caer y caer. Despertó.
Todavía era temprano, faltaba un par de horas para ir al municipio. Aguirre, el hombre fuerte de Aileno volvió a dormir.
Afuera, un Güíchivo se posó en una rama y cantó.-
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